La climatología que ha marcado la añada 2025 en Madrid está directamente vinculada con un ciclo de cambios que ha influido de forma determinante en la calidad y características de los vinos que nos deparará esta añada. Te contamos cómo las condiciones meteorológicas de estos meses han condicionado la producción de los vinos que disfrutaremos en la nueva añada 2025 de Las Moradas de San Martín.
La climatología de la añada 2025 en San Martín de Valdeiglesias comienza en otoño del 2024, un año que arrancó con una sequedad heredada del 2023. La escasez de precipitaciones durante la primavera, sumada a las altas temperaturas, dejó a las viñas en un terreno exigente y seco, lo que sin duda influyó en el desarrollo inicial del ciclo vegetativo. Sin embargo, a partir de septiembre, la situación comenzó a dar un giro importante.
Las lluvias, que llegaron con fuerza en septiembre y algo en octubre, fueron un bálsamo para la viña, que pudo respirar aliviada tras el largo periodo seco. “Estas precipitaciones, unidas a temperaturas más frescas de lo que se había experimentado en los últimos años, marcaron el inicio de una temporada más equilibrada, alejada del calor que se había visto en años anteriores”, explica Isabel Galindo, directora de Viticultura de Las Moradas.
El invierno fue suave hasta finales de enero, cuando se comenzó a registrar una bajada de temperaturas. La verdadera sorpresa vino en la primavera de 2025, que fue extremadamente lluviosa y fría, algo que no es habitual. Además, las precipitaciones fueron constantes, lo que favoreció un crecimiento vigoroso de la planta. Sin embargo, los efectos de estas lluvias también fueron visibles, con algunas heladas que afectaron a las dos variedades que cultivamos en la bodega, garnacha y albillo real, aunque, afortunadamente, la viña logró recuperarse sin mayores contratiempos.
Con el inicio de junio, la climatología dio un giro de nuevo. El calor comenzó a hacerse más intenso y persistente, y las temperaturas continuaron elevadas durante todo el mes de julio. “Esta alternancia entre una primavera lluviosa y un verano caluroso, con algunos picos de calor extremo, marcó la pauta de la maduración de las uvas”, explica Galindo.
Así, la vendimia de la variedad madrileña albillo real comenzó en fechas tempranas, como viene siendo habitual en los últimos años, el 7 de agosto, y se extendió hasta el 13 de agosto. Las condiciones climáticas habían permitido una maduración perfecta de la uva, lo que resultó en una cosecha con rendimientos buenos, alrededor de 2.600 kg/ha, ”una cifra más que respetable teniendo en cuenta las dificultades del terreno y la viticultura en vaso y secano, que practicamos en Las Moradas”, indica la directora de Viticultura.
Y, si por algo destaca el albillo real de 2025, es por su calidad sobresaliente. Su aspecto dorado y una excelente salud de la uva, augura vinos con un gran potencial.
Por su parte, el ciclo de la garnacha tinta se dio de forma más pausada. La vendimia comenzó el 25 de agosto, con un ritmo más lento, parcelando las vendimias para asegurar una recolección en el momento óptimo de cada viña.
Esta cosecha se prolongó hasta la tercera semana de septiembre, un proceso que permitió a los racimos alcanzar una madurez ideal, sin los apuros de un calor excesivo. El rendimiento fue mucho mejor que el de la añada 2024, un año históricamente bajo en cuanto a producción. Y es que, en total, se recogieron casi 70.000 kilos de garnacha.
En conclusión, la añada 2025 en Las Moradas será recordada como un año marcado por su climatología variada, pero también por la adaptación de la viña a estos retos. Los vinos que se elaborarán a partir de esta cosecha prometen ser de gran calidad y con equilibrio entre la acidez, el cuerpo y la redondez, reflejando el carácter único de los suelos graníticos y pedregosos de la sierra de Gredos, junto con el saber hacer de nuestros viticultores.
