Es habitual escuchar que un vino procede de un viñedo viejo, pero ¿sabes cuáles son sus diferencias y cómo afecta al vino? En Las Moradas contamos con 21 hectáreas de viñedo de excelente potencial en el que conviven plantaciones jóvenes junto a otras de hasta más de 100 años, formadas en vaso y cultivadas en secano y, su viticultura, su vinificación y sus rendimientos son distintos. Te contamos de la mano de nuestro equipo de Viticultura en qué se diferencia un viñedo viejo de un viñedo joven.
A priori, se considera vieja a una viña que tiene más de 30 o 40 años. Sin embargo, son muchos los factores que influyen en el desarrollo de una planta, desde cómo se la ha tratado o cómo ha sido la poda, entre otras, para valorar la calidad de la producción de esa planta, más allá de solo su edad. En Las Moradas de San Martín contamos con varias hectáreas de viñedos de 50 y 80 años, y hasta un viñedo de más de 100 años, plantado en 1908: la viña La Centenaria (o Centenera), con 3,25 hectáreas. Es la joya de la finca. Aquí encontramos garnachas que dan uvas de alta calidad, con concentración de color y baja productividad. Por eso, es el origen de nuestro vino más exclusivo, Las Luces.
La viticultura y la vinificación de un viñedo viejo es diferente a la de uno más joven
Y es que los rendimientos de una planta vieja son diferentes de los de una planta nueva. “Una cepa vieja está más equilibrada y su vigor está más controlado así, el rendimiento es menor, siendo mayor la calidad”, nos explican desde Viticultura. Además, la cepa ya está adaptada completamente al clima y al suelo, sus raíces se han desarrollado y han profundizado en el terreno. “Gracias a esto, la cepa es más independiente de la sequía. Asimismo, tiene más madera vieja, donde almacena los nutrientes y el almidón”, argumenta nuestro equipo técnico. Por ello, la calidad de la uva también es distinta. “En las cepas viejas, cuyos rendimientos son menores y la cepa tiene más capacidad de almacenar nutrientes, la calidad es mejor y la uva se suele destinar a vinos de mayor calidad”, indican desde Viticultura.
Pero también la viticultura que se practica debe ser distinta. “La viticultura en una cepa nueva ha de estar enfocada a su formación, hay que pensar a largo plazo, ya que vamos buscando que vivan el máximo de años”, nos explican nuestros viticultores. Por eso, hay que ir buscando controlar el vigor de las cepas jóvenes, para que la producción sea lo más equilibrada posible. Para ello, por ejemplo, se puede hacer aclareo de racimos, para que los racimos que quedan tengan mayor calidad. De este modo, se realiza una poda en verde más exhaustiva para ir formando a la planta y equilibrándola. Por su parte, para las cepas viejas, nos explican, “lo importante es una poda para mantenerlas en el mejor estado sanitario posible y con el equilibrio deseado. De esta manera, se asegura su longevidad”.
Si quieres seguir aprendiendo sobre el viñedo y su viticultura, te esperamos en nuestras visitas a bodega, que comienzan con un recorrido por nuestra finca, en plena sierra de Gredos.